domingo, 28 de diciembre de 2025

ESTOS SON LOS GANADORES DEL PRIMER CONCURSO INOCENTE DE CUENTO BREVE NAVIDEÑO

Hoy domingo, festividad de los Santos Inocentes -y día de la familia- ha tenido lugar en Urroz-Villa, la villa del libro de Navarra, el acto de entrega de premios de la primera edición del concurso INOCENTE de cuento breve navideño. 


Hacia las 12:30, bajo el título NAVIDAD DE CUENTO Y ENCUENTRO EN URROZ-VILLA, hemos podido disfrutar de los cuentos, guiñoles y canciones de Hervé Alústiza y la Familia Melodías. Una actuación fresca y familiar que ha encantado a los más niños. 



A continuación Ingrid Vindel y Javier Otazu -miembros del jurado junto con Joseluís González-, han acompañado a Javier Garisoain, el librero de Libros con Historia, en un sencillo y emotivo acto de lectura y entrega de premios. 

El ganador del concurso es: 

FRANCISCO JAVIER FERNÁNDEZ GARCÍA, de Aranjuez (Madrid)

Los seis mejores cuentos seleccionados por el jurado son: 

1º. La última página, de Francisco Javier Fernández García, Aranjuez

2º. Animales, amores y lectores, de Ione Sarriguren, Pamplona

3º. La farmacia de papel, de Javier Esbobar, Pamplona 

4º. Suprahumano, de Ramón Lamelo Otero, Santiago de Compostela 

5º. Revelaciones de Navidad, de Alex Soto, Pamplona 

6º. Cuando el icono descansa, de Javier Iñigo Labairu, Pamplona

Muchísimas gracias a todos los participantes. 


Por su parte, en la categoría infantil, la ganadora ha sido: 

ALBA OTAZU RODRÍGUEZ, de 10 años


La mañana ha concluido con la clásica degustación de dulces navideños y con la sorpresa de una PIÑATA, gentileza de Sara Ruiz



CUENTO PREMIADO: 

LA ÚLTIMA PÁGINA

Ojeó con rapidez el libro. En la última de sus páginas, esa que nunca va impresa y que con el tiempo se suele quedar adherida a la contraportada, observó una nota manuscrita. La caligrafía se mecía en la tinta azul de un bolígrafo de factura barata. Un nombre. Unos números que bien podrían corresponder con los de un teléfono. 

Pagó en efectivo en la caja de aquella librería de viejo con olor a la santidad que aflora de los libros antiguos. Siete ejemplares más acompañaron en la bolsa a «El Regreso de Don Quijote», el libro con el enigma numérico en la última página. Se subió las solapas del abrigo de camino a casa. El día de Nochebuena avanzaba con frío, como cada año. Los villancicos, las luces y el misterio de los nacimientos se dejaban degustar por cada esquina o rincón de la ciudad. Las chimeneas quemaban leños nuevos. Las librerías vendían libros viejos. Los bares acogían amistades duraderas. 

Una vez las pantuflas le ofrecieron el calor del hogar para el que se concibieron, volvió a los libros. Ojeó uno tras otro. Respiró el sabor de cada página. Unos eran de historia de España. Estos tenían un tacto añejo. Otros, los más filosóficos, se dejaban acariciar con sabiduría. Y solo uno era una novela, el de la nota. En él se quedó. Más bien se afincó en su última página. En esa leyenda manuscrita. «Jesús», leyó en alto. «600 00 00 00». Se fijó que era un número con demasiados ceros, pero con la explosión de la telefonía móvil, pensó que el encargado de asignar números los buscaría hasta en el fondo abisal del océano de los guarismos. 

Fantaseó unos minutos con quién podría ser el anterior propietario del libro. Una mujer, tenía que ser una mujer. No le cabía duda. Incluso compuso en su imaginación su figura: ni muy alta ni muy baja; rubia, con el pelo ondulado cayendo sobre sus hombros; con unas gafas necesarias para combatir el efecto de miles de horas de lectura. Pudo ver a la chica, pues era joven, en el metro con su ejemplar de Chesterton sujeto en la mano. Lo leía cada vez que se lo permitían sus quehaceres de persona ocupada. Buscó un nombre apropiado para ella. No lo encontró. 

Supuso que un día, Jesús, el dueño del nombre de la inscripción, se le acercó y con la excusa de preguntarle por el libro que portaba en sus manos hablaron largo y tendido. Jesús era majo, al menos eso creía, y sonreía a la chica que no pudo poner nombre como se sonríe a la persona que busca el amor verdadero. Ella le miraba con unos ojos que se encendían a cada palabra. Jesús podría tener el pelo largo, algo de barba, como a medio concluir, y unas manos encallecidas por algún trabajo manual. Su aspecto le resultaba conocido, como si perteneciera a su familia, pero no lograba concretar el grado de parentesco. 

Los vio caminando por el parque. Hacía frío, pues sus abrigos estaban abrochados hasta el último botón, el que se acerca con calidez a la garganta. Ella le dijo que quería volver a verle. Él le dio el número de teléfono de memoria. La chica no tenía papel donde apuntarlo. Abrió «El Regreso de Don Quijote» por la última página y lo anotó mientras con su boca sujetaba la capucha azul del bolígrafo bic. Se despidieron. Ella miró su marcha como se mira al tren que se aleja de la estación con esa persona a la que uno ama. 

Nunca le cogió el teléfono. Siempre estaba apagado o fuera de cobertura. Con la rabia de la desesperación se deshizo del libro en una librería de lance, la misma donde hacía unas horas, aquel día de Nochebuena, él lo había comprado con otros siete más. Lo abrió de nuevo por la última página. Acarició el texto manuscrito. ¡Qué narices!, se dijo. Marcó el número que allí se dibujaba en el mismo momento en el que las doce repiquetearon en el reloj de pared. Un tono. Dos tonos. Tres tonos. Descolgaron. La voz exhausta de una mujer preguntó quién era. «¿Está Jesús?». «¿Jesús?». « Sí, Jesús». Hubo entre ambos el silencio eterno de un segundo. «Jesús acaba de nacer». 


CUENTO INFANTIL GANADOR:

LAS NAVIDADES DE LUCÍA

Erase una vez una niña que se llamaba lucía, le gustaba mucho leer, tanto que leía uno al día. Era una niña inteligente y con un pelo rizado.

En Navidad pedía siempre al menos dos libros porque no tenía suficientes en casa, sino tenía que ir a la biblioteca. Un día estaba escribiendo la carta para los Reyes Magos, iba a pedir tres libros. 

Llegó el día de los reyes y abrió todos sus regalos pero no tenía ningún libro. Lucía se puso triste tanto que se puso a llorar. Sus padres pusieron una cara como diciendo "qué le hemos hecho a nuestra hija", porque ellos habían tachado los tres libros. Sus padres fueron sinceros y le dijeron a Lucía que ellos habían tachado los tres libros porque a veces lee y no hace las tareas del cole.


---

Desde URROZ VILLA DEL LIBRO queremos agradecer a todos los que han hecho posible una mañana que ha hecho nuestra Navidad mucho más navideña: a Hervé y su maravillosa Familia Melodías, a todos los artistas que se han animado a participar en el concurso de cuentos a pesar del poco tiempo disponible, a los miembros del jurado que han puesto su ojo crítico al servicio de una causa noble, al librero de Urroz y su familia, y a Sara, que como buenos anfitriones han atendido estupendamente a los niños y mayores visitantes. Y, en fin, a todos los que os habéis animado a venir por Urroz esta mañana de diciembre. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario