Una muestra de los folletos y mensajes que no dejan de enviarnos insistentemente todas las administraciones. |
Por Javier Garisoain, librero de viejo
Un amigo me pone un "pero" a las actividades que estamos programando en URROZ VILLA DEL LIBRO. Cree que estamos desaprovechando las oportunidades de la digitalización a las que insistentemente nos invitan el gobierno y todas las altas instancias; que deberíamos hacer directos en streeming; grabar las charlas; crear contenidos online para poder acceder a no se qué cuantiosas subvenciones.
Le he respondido que tal vez ese "pero" sea uno de nuestros signos distintivos. A lo mejor es que estoy un poco fuera de onda, o que soy un rancio, o que tengo demasiados prejuicios, no lo se. Lo que me gustaría es que Urroz Villa del Libro fuera un oasis analógico en un mundo enloquecido por las pantallitas y las nuevas tecnologías digitales. No me asusta por tanto que la asistencia a todo lo que hagamos sea en grupos pequeños. Es posible que en nuestro tiempo la mayoría de la gente esté llamada a vivir enchufada al wifi y, dentro de poco, embotada en el metaverso. Pero intuyo que siempre habrá una minoría deseosa de vivir experiencias reales, tocar libros en papel, hablar con personas cara a cara, dedicar tiempo a hacer cosas "inútiles" como curiosear entre estanterías, pagar en metálico... Para esa minoría imprescindible ha nacido esta Villa del Libro. Las redes sociales las estamos utilizando tan solo como publicidad, para anunciar los eventos, o para dar cuenta de lo realizado a través de alguna ligera crónica. En pocas palabras, la idea es esta: si quieres saber qué se cuece por Urroz, ven y lo verás.
Esta misma mañana, por ejemplo, hemos tenido en Urroz un taller sobre flores y plantas. Han venido 16 personas y todas ellas han estado muy a gusto. Jamás cambiaría sus caras de satisfacción por quinientos emoticonos del pulgar hacia arriba. ¿Habríamos ganado algo retransmitiendo el evento? Sinceramente creo que no.
Hay que volver a vivir con los pies en el suelo porque para soñar ya tenemos a los libros. El futuro no está en la nube sino en la realidad.
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